EL SALVADOR: El 23.7% de jóvenes no estudia ni trabaja


Los datos, oficiales, corresponden a jóvenes entre los 15 y 24 años.
Por Fatima Kiste
Uno de cada cuatro jóvenes salvadoreños entre 15 y 24 años no estudiaba ni trabajaba en 2013, integrando el segmento poblacional conocido como “ninis” (ni estudian, ni trabajan), según los datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) de ese año, retomados por la Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc).
Ayer, Digestyc junto al Ministerio de Economía (Minec) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) realizaron la rendición de cuentas para presentar los resultados de un plan que pretende contar con estadísticas actualizadas sobre las condiciones en las que viven los niños, niñas y adolescentes (NNA) en el país.
Gracias a esta recopilación, se espera monitorear mejor el cumplimiento de los derechos de la niñez y adolescencia en El Salvador, así como contribuir con la formulación de políticas que contribuyan a su consolidación, indicó la viceministra de Comercio e Industria, Merlin Barrera.
“El énfasis de la intervención territorial se deberá focalizar en departamentos como La Unión, Cabañas, Morazán y Ahuachapán (…) en suma la información recopilada es valiosa no solo para el diseño de las políticas públicas, sino también para su monitoreo y evaluación”, mencionó la funcionaria.
Ayer, tras presentar los resultados del análisis, Digestyc mencionó que el porcentaje de población “nini” era del 23.7% de los jóvenes entre 15 y 24 años, problemática que afectó en su mayoría a las mujeres.
“Un tercio de este grupo poblacional se encuentra en dicha condición (con un 35.4%), en el caso de los hombres el porcentaje es menor, un 12%. Por área geográfica se registra que la rural supera a la urbana por 10.3 puntos porcentuales”, añadió el reporte.
Según el documento, de las mujeres entre 15 y 24 años que no estudiaron ni trabajaron hasta ese año, un 38.4% estaba acompañada, el 9.2% era casada, un 8.5% estaba separada y el 43.6% se mantenía soltera. La mayoría de ellas (un 49.6%), añade el texto, vivía en hogares en los que el grupo familiar se encontraba en condición de pobreza monetaria.
“El 31.1% solo ha alcanzado primaria, el 31.2% ha completado el tercer ciclo de educación básica y el 30.2% el bachillerato; y solo el 3.1% tienen estudios a nivel de educación superior universitaria”, concluyó Digestyc.
En contraste a estos resultados, las cifras hasta 2013 dan cuenta de 144,168 niños en condiciones de trabajo infantil, lo que significa el 8.5% de la población de NNA entre los cinco y los 17 años. De ellos 60,139 menores trabajaban por debajo de la edad mínima permitida por ley, mientras que 84,029 niños realizaban algún tipo de trabajo peligroso.
Al desglosar los resultados, las estadísticas revelan que el trabajo infantil se presentó más en los niños que en las niñas, mientras que los infantes de la zona rural eran los más propensos a trabajar.
La pobreza también es uno de los desafíos que enfrentan los infantes salvadoreños. Hasta 2013, se estimaba que el 43.7%, es decir, cuatro de cada 10 niños vivía en hogares con algún tipo de pobreza: El 31.5% en pobreza relativa y el 12.2%, en pobreza extrema.
Los menores en la zona rural son los más afectados por esta condición, pues un 48.7% de los niños en esa región presentaban estado de pobreza, superando en cinco puntos porcentuales al porcentaje nacional y en 8.8% al porcentaje de pobreza reportado en la zona urbana, que fue de 39.9%. A pesar de ello, las autoridades destacaron que frente a 2012, el porcentaje de NNA en pobreza de cualquier tipo cayó un 6.3%.
35.4%
El 35.4% de las mujeres entre 15 y 24 años no estudiaba ni trabajaba hasta el año 2013.
43.7%
Hasta 2013, el 43.7% de los niñosy adolescentes entre 0 a 17 años vivían en hogares pobres.
23.7%
El 23.7% de los jóvenes entre 15 y 24 años no estudiaba ni trabajaba hasta el año 2013.

http://elmundo.com.sv/el-23-7-de-jovenes-no-estudia-ni-trabaja
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Fecha: 4 de febrero de 2015 a las 10:37

ONU: Niños centroamericanos migrantes enfrentan amenazas y muerte tras ser deportados.


Miles de niños que ingresan ilegalmente a Estados Unidos desde América Central podrían acceder al estatus de refugiados pero son deportados a sus países donde enfrentan la persecución de las pandillas, advirtió el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Por Anastasia Moloney
La llegada de casi 70.000 niños solos a la frontera con Estados Unidos el año pasado, en su mayor parte desde Honduras, El Salvador y Guatemala, generó una polémica en Washington sobre cómo manejar una crisis que el presidente Barack Obama calificó de “una situación humanitaria urgente”.
Muchos niños realizan el peligroso trayecto desde América Central, una región con la tasa de asesinatos más alta del mundo, a través de México hacia Estados Unidos para escapar la desenfrenada violencia de pandillas en casa.
Los niños detenidos por funcionarios de inmigración en Estados Unidos o México son deportados y pueden enfrentarse a la persecución de pandillas locales, conocidas como maras, y por lo tanto tener el derecho de solicitar el estatus de refugiado, dijo ACNUR.
“Algunos niños y sus familias temen ser perseguidos por las maras cuando regresen. Nuestro interés es que los niños sean adecuadamente entrevistados antes de ser deportados”, dijo Fernando Protti, representante regional de ACNUR para América Central.
“Creemos que si sus casos fueran más analizados, muchos serían reconocidos como refugiados con un temor fundado de persecución y falta de protección en su país de origen”, dijo Protti a la Fundación Thomson Reuters en una entrevista telefónica desde Ciudad de Panamá.
Entre enero y septiembre del 2014, México deportó a 6.623 niños a Honduras y Estados Unidos a 564 con familiares al país centroamericano, según el Instituto Nacional de Migración hondureño.
Las pandillas controlan barrios enteros en Honduras a través de extorsiones, violencia sexual contra niñas y mujeres, amenazas, asesinatos y reclutamiento forzado de niños.
Los niños también enfrentan peligro si fueron testigos de un crimen cometido por las pandillas, si desafiaron las órdenes de miembros de las maras o cruzaron calles que marcan los territorios pandilleros.
“Las maras están interesadas en reclutar niños y extorsionarlos a ellos y sus familias. Los que no aceptan ser parte de las maras enfrentan amenazas y pueden ser asesinados”, dijo Protti.
Este tipo de violencia es la razón por la que las familias envían a sus hijos solos a Estados Unidos, muestran investigaciones de ACNUR.
Casi el 60 por ciento de 404 niños entrevistados en el 2013 para un reporte de ACNUR dijeron que habían huido al exterior porque temían ser reclutados o ser dañados por grupos armados, incluyendo carteles de las drogas, pandillas o fuerzas de seguridad del Estado.
“Los padres no mandan a sus hijos para que vivan una linda aventura. Realmente temen lo que pueda sucederle a sus niños por la persecución de las maras si se quedan en su país”, dijo Protti.
Muchos niños, usualmente adolescentes, son devueltos a América Central sin siquiera hablar con un abogado antes o durante sus audiencias de deportación, según el Comité sobre Refugiados e Inmigrantes de Estados Unidos, un grupo de derechos humanos.
En noviembre, en un intento por frenar el flujo de niños indocumentados inmigrantes, el Gobierno estadounidense dijo que permitiría que algunos niños en El Salvador, Guatemala y Honduras solicitaran el estatus de refugiados en su país de origen.
El programa se aplica solo a niños cuyos padres son residentes legales en Estados Unidos.
No está claro el impacto que el plan tendrá en el problema inmigratorio, ya que la cuota para solicitudes de refugiados para toda América Latina es apenas para 4.000 personas.
La Casa Blanca recientemente anunció que el presupuesto fiscal del 2016 incluirá 1.000 millones de dólares en nueva ayuda para América Central, dirigidos a abordar las altas tasas de crimen y pobreza en la región y a su vez ayudar a frenar el flujo de potenciales migrantes.

(Editado en español por Patricia Avila)
http://lta.reuters.com/article/domesticNews/idLTAKBN0L72BQ20150203?sp=true
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Fecha: 4 de febrero de 2015 a las 10:58

Por el respeto a los y las defensoras de los Derechos Humanos, todos y todas somos Gladys.


Adiós a las muñecas…


Cerca de 10 millones de niños se prostituyen hoy en el mundo
Por Claudia González

Su complexión pequeña contrasta con los tacones y el vestuario. Un excesivo maquillaje intenta ocultar su inocencia. María ya no sabe de muñecas ni de juegos; ella puede ser ahora una de los 10 millones de niños que hoy se prostituyen en el mundo.
Factores como la pobreza, el abandono, la desintegración familiar, la ignorancia, la adicción a las drogas, los abusos físicos y psicológicos, el secuestro de niños y el crecimiento del mercado del sexo, son algunos detonantes de la prostitución infantil, aseguró la psicóloga cubana Mayra Ordaz.
“Los explotadores sexuales se aprovechan de la docilidad de los niños. Generalmente esta actitud despreciable es condicionada por el deseo de obtener un sentimiento de poder sexual o económico, buscar nuevas experiencias”, comentó.
Según la psicóloga, mientras algunos niños ven a la prostitución como su única opción, otros experimentan sentimientos de vergüenza, culpa y baja autoestima, depresión, al punto que no pocos se refugian en las drogas o se suicidan. “La explotación sexual supone la pérdida de su infancia, su dignidad y, a menudo, de su futuro”, declaró Ordaz.
Los efectos de esta práctica no solo se circunscriben al orden psicológico. Por su parte, la pediatra cubana Liset Corrales señaló que la prostitución atenta contra el desarrollo normal de los infantes, quienes se exponen a cáncer cervical, infecciones renales, embarazos precoces y enfermedades de transmisión sexual.
Sin embargo, deviene una triste realidad el hecho de que cada año, según estadísticas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), ingresan a la red de prostitución cerca de un millón de infantes.
Lamentable es también el hecho de que América Latina no permanece al margen de este fenómeno social, de ahí que resulte imposible distinguirlo como un fenómeno ajeno, externo, y que sus causas, manifestaciones y consecuencias se aprecien regularmente en el contexto latinoamericano.
Aunque las cifras no son muy precisas, de acuerdo con reportes de la Organización Internacional del Trabajo (OTI), dentro de los 17 millones de niños entre cinco y 17 años que se ven obligados a trabajar para su sustento, dos millones recurren a la prostitución.
En este sentido, encabezan la lista Brasil, donde 500 mil menores son prostituidos y 40 mil se venden por año, y México, con cerca de 400 mil infantes, reflejan datos de la ONU.
Ahora bien, además de la pobreza, el abandono y la desintegración familiar, no puedo evitar preguntarme: ¿qué otros factores condicionan esa decisión en la que se intercambia el cuerpo por lo necesario para vivir? ¿Qué es exactamente lo que impulsa a un niño a renunciar a su inocencia? ¿Tendrán ellos conciencia de lo que están haciendo?
Quizás el auge de este tipo de actividad esté en concordancia con una mentalidad “postmoderna” en la que son permisibles y aceptables el tráfico y la venta de menores, la pornografía infantil y el turismo sexual –y después nos atrevemos a catalogarnos como “seres pensantes” y la “superior” de las especies.
Reportes de las Naciones Unidas indican que cada año son traficados más de 1,2 millones de niños en el mundo, la mayoría de ellos con fines de explotación sexual, mientras otros son utilizados como mano de obra barata o esclavitud.
Si bien el uso de los menores en lo referido a la pornografía es ya de por sí deplorable, la situación se torna más convulsa cuando las estadísticas de la ONU sugieren que más del 30 por ciento de los consumidores de este tipo de obscenidad terminan poniendo en práctica lo que ven en las revistas, fotos o videos.
Con respecto al turismo sexual, esta organización también informa que cada año se producen más de 600 millones de viajes turísticos internacionales. El 20 por ciento de los viajeros reconoce buscar sexo en sus desplazamientos y de ellos el tres por ciento confiesa tendencias pedófilas, lo que supone una cifra superior a los tres millones de personas.
México, Estados Unidos y Canadá son los mayores corredores del turismo sexual, al tiempo que Canadá, Estados Unidos, Alemania e Inglaterra son los países que más “clientes” emiten, expuso René Jiménez, profesor de la Universidad Autónoma de México, en el Foro de Infancia y Violencia celebrado en Valencia.
Más allá de las frías estadísticas, la prostitución infantil se posiciona como el tercer delito más lucrativo en el mundo –con 12 millones ya en 2006, según Jiménez-, situándose solo detrás del tráfico de drogas y de armas.
Aún en tiempos de postmodernidad, la explotación sexual de la niñez constituye una aberrante violación de sus derechos.
Si bien el oficio es tan antiguo como el valor de la mercancía, se hace necesario implementar estrategias a nivel gubernamental que posibiliten a esos millones de niños, como María, retomar el juego con sus muñecas.
http://www.granma.cu/mundo/2015-01-29/adios-a-las-munecas
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Fecha: 2 de febrero de 2015 a las 10:49

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