Matrimonios y pueblos originarios

 




Miguel Ángel Dueñas Góchez*

En una página pública (Red Social), una mujer publicaba sus manos con anillo de matrimonio, solicitando no hacerle invitaciones ni escribirle mensajes privados porque ella era “casada”. Mi pregunta es: ¿si ello le garantiza respeto, seguridad marital, falta de atracción hacia otra persona, etc.?

Otra decía: “Yo siempre digo y pienso que desde el momento que le dieron una libertad sin límites a la mujer, acabaron con su tranquilidad. Esto no quiere decir que estoy en contra del derecho de la mujer, al contrario, defiendo y exijo el respeto hacia ella. A lo que quiero llegar, es que con tantas responsabilidades y ambiciones, la mujer en vez de sentirse libre, está ahora atada a una prisión que ella misma creó. Los hombres se volvieron débiles entregando el machismo a las mujeres. Los hombres les tienen miedo a las mujeres, les huyen. Es un tema muy largo para dialogarlo. Cómo yo quisiera que el mundo retrocediera unos cuantos pasos para que los hombres vuelvan a tener el mando, para así volver a sentirnos mujeres y no hombres vestidas de mujeres. Quisiera que los hombres vuelvan a conquistarnos, ellos a nosotras y no nosotras a ellos. Hay tantas cosas que hay que cambiar para volvernos a sentir mujeres de verdad, a volver a sentirnos femeninas”


Lo anterior denota que en la mayoría de los pensamientos femeninos (no feministas), la opresión hacia ellas está colmada de colonialismo que violenta sus derechos, sus lecturas e interpretaciones sobre sus prácticas y usos de sus cuerpos. Toda la colonización de tierras y mentes, mediante acciones y omisiones, no tomó en cuenta los derechos de las mujeres durante muchos años, en especial aquellos referidos a prácticas culturales sobre sexualidad y reproducción, que a nombre de “retraso o de incivilización” han sido llevados al ámbito de pecado.

Nuestros pueblos originarios, al contrario, pensaban en que el “goce y la felicidad” se dan en la tierra, en cada una de uno de forma diferente, con peculiaridades, pero el “buen vivir” debe darse en la mundanidad.

Para nuestras sociedades pasadas la sexualidad y la reproducción eran elementos ordenadores del todo. Eran sociedades ¨multiorgásmicas”, en las cuales la libertad, la autonomía de los cuerpos, eran la muestra del desarrollo de sus comunidades.

Lic. en Relaciones Internacionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario