¿Por qué trabajar con hombres y niños para prevenir la violencia contra mujeres y niñas?

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Nos gustan estas iniciativas, por que refuerzan nuestra apuesta y propuesta, le dá la importancia internacional a lo que hermos estado haciendo en los ultimos 10 años en nuestro pais, como dice el dicho popular "nadie es profecta en su tierra", tienen que venir de otras partes y otras personas a decirnos la importancia que tienen este trabajo con hombres adultos, juventud y niñez.

Nuestra organizacion se basa en el aporte voluntario, nadie tiene salario ni sueldo aqui, jovenes y adultos lo hacemos por que tenemos conciencia y confiamos en que nuestro metodo esta validado y funciona con otros hombres, nuestro compromiso con la construccion de una sociedad libre de violencia es grande y seguiremos aportardoles nuestras experiencias, iremos hasta donde nos llamen a compartir esta nueva experiencia de ser un hombre nuevo, un hombre diferente que no ejerce violencia.

Cada dia nos solicitan mas procesos, talleres, foros, conversatorios, etc. a nivel nacional y necesitamos apoyo, si alguien o alguna organizacion puede bienvenido la ayuda, queremos hacer mas por erradicar la violencia.

Puenden ver este video que nos hizo un amigo de El Salvador Unido, donde expresamos parte de lo que hacemos con juventud y niñez y estamos dando algunos talleres en la prevencion de la violencia juvenil, tampoco nos pagan por eso, pero vemos la importancia de trabajar con estos sectores vulnerabiliados, hoy los padres y madres quieren tambien talleres, los haremos, no sabemos como pero los facilitaremos, con fondos seria mas facil.





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Unete Latinoamérica y el Caribe,
Viernes, 03 de diciembre de 2010 a las 13:30.

■La violencia contra las mujeres y niñas está arraigada en normas de género ampliamente aceptadas sobre la autoridad de los hombres y el uso de la violencia para ejercer control sobre las mujeres. Dado que los hombres constituyen la mitad de la población del mundo, intervenciones eficaces deben incluirlos a fin de abordar las normas sociales discriminatorias subyacentes que legitiman el poder y el control de los hombres y el uso de la violencia por estos (Dunkle y Jewkes, 2007).

■Los hombres y niños que tienen una perspectiva más rígida acerca de los roles de los géneros y la masculinidad (por ejemplo, creer que los hombres tienen mayores necesidades sexuales que las mujeres o que los hombres deben dominar a las mujeres, también a nivel sexual) están más inclinados a informar que han utilizado la violencia contra su pareja, entre otros resultados negativos (Courtenay, 1998; Pulerwitz y Barker, 2008). Aunque los estudios disponibles y sus conclusiones a veces varían según el entorno, algunos investigadores han observado que las nociones de privilegio y control masculinos se encuentran entre los principales factores que permiten prever que se ejercerá la violencia contra la mujer (Jewkes, 2002).

■Las expectativas sociales de qué deberían y no deberían hacer los hombres y niños (y las mujeres y niñas) exponen tanto a las mujeres como a los hombres al riesgo de resultados negativos, como la violencia, las infecciones de transmisión sexual y el VIH (Organización Mundial de la Salud (OMS), 2007), así como a graves consecuencias a la salud sexual y reproductiva de la mujer en particular (por ejemplo, embarazos no deseados o forzados), entre otras.

■Los principales autores de la violencia contra las mujeres y niñas son los hombres. Por consiguiente, estos deben participar en las iniciativas de prevención (Flood, 2008). Muchos hombres, si están debidamente informados y sensibilizados acerca de la situación, podrían convertirse en aliados actualmente desaprovechados pero potencialmente influyentes en la lucha para poner fin a la violencia contra las mujeres, dentro de sus familias, comunidades y ámbitos de toma de decisiones.

■Los hombres suelen tener menos conocimientos y concienciación acerca de la magnitud de la violencia contra las mujeres y niñas. Por ejemplo, en España las investigaciones mostraron que solo el 1,2% de los hombres tenían conciencia de que la violencia contra las mujeres y niñas era “un problema serio” (Lorente, Simposio Global, 2009).

■Los hombres continuan ejerciendo la mayoría de los cargos de poder e influencia en los sectores del derecho, la política, las finanzas, la justicia y la seguridad, los negocios y los medios de comunicación. Determinan las prioridades normativas y legislativas, así como los presupuestos públicos; y en muchos países las instituciones que están en la primera línea de acción frente a la violencia contra la mujer están dominadas por hombres (por ejemplo, la policía, los profesionales de la salud y del derecho, el sistema judicial, etc.).

■Los hombres participan cada vez más y tienen un papel positivo en la solución del problema de la violencia contra las mujeres y niñas. Están poniendo públicamente en tela de juicio las creencias, valores y normas sociales que aceptan la desigualdad entre los géneros y la violencia, y están alentando un cambio de ideas sobre la hombría entre sus pares y en la sociedad a favor de la no violencia y la justicia entre los géneros (Flood, 2008). La alianza MenEngage, por ejemplo, comprende más de 400 organizaciones de todo el mundo que trabajan con hombres y niños para promover la igualdad de género y la eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas.

■Los datos empíricos que van surgiendo indican que los enfoques de prevención en que participan hombres y niños funcionan bien. Los hallazgos disponibles demuestran que las intervenciones apropiadas pueden cambiar las actitudes de los hombres hacia las mujeres, la igualdad y el uso de la violencia.

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