Un ejemplo de esto es el albergue Jardín de Amor, situado en la localidad de Zacatecoluca, a unos 56 kilómetros al este de San Salvador y que acoge a 21 niños con VIH, entre ellos, dos bebés y una adolescente embarazada.
"Afortunadamente, hasta el momento, nadie los ha rechazado, ni nos han negado la posibilidad de inscribirlos", aseguró a Efe la directora del albergue Jardín de Amor, Vilma Mendoza, que promueve la inserción normal de estos niños.
Mendoza explicó que para "evitar problemas" solo el personal directivo de la escuela tiene conocimiento de la situación médica de los niños.
"Cuando sean mayores se enterarán específicamente de su condición", sostuvo.
Los niños del Jardín de Amor acuden a escuelas de dos poblados distantes del albergue para evitar que se enfrenten a comentarios de vecinos que conocen su historia.
"Todavía los niños llegan preguntando por qué les dicen 'sidosos', pero lo hemos manejado", confesó la religiosa, quien, además de procurar cuidados médicos a los menores, ayuda a sobrellevar la discriminación de la que puedan ser víctimas por la falta de información, el temor y el prejuicio social.
Aún persiste en gran parte de las comunidades del interior de este país el temor de padres y maestros al contacto de sus hijos o alumnos con niños infectados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
El proceso de matrícula en la escuela también ha sido especial, porque se debe informar a los directivos sobre el VIH-Sida y cómo se debe actuar en caso de accidentes, como un golpe o una cortadura.
Mientras, a ellos se les dice que deben tomar medicamentos para que los "soldaditos" del cuerpo que representan sus defensas estén fuertes y puedan jugar y estudiar, señaló Cecilia Quintanilla, directora del Orfanato Reina Sofía, que funciona en la población San Martín, a unos 18 kilómetros de San Salvador.
Ante la discriminación, el coordinador del programa de las Naciones Unidas sobre el VIH-Sida (Onusida) en El Salvador, Herbert Betancourt, indicó que en el país se "trabaja activamente" en estrategias lideradas por los Ministerios de Educación y Salud, entre ellas, la formación de grupos especiales en las escuelas.
"Con la capacitación queremos que los alumnos entiendan que una persona con Sida es alguien con valor", afirmó Patricia Soriano, profesora del complejo educativo Humberto Romero Alvergue, donde se lleva a cabo el proyecto Líderes en Prevención del VIH-Sida.
Este programa busca informar sobre el Sida a maestros y líderes adolescentes y capacitarles para aceptar y respetar a las personas con VIH.
Con estas acciones, las autoridades esperan que no se repitan historias como la de Toñita, una joven de 16 años portadora de VIH, embarazada y que no ha tenido la posibilidad de asistir a una escuela.
"Fui al médico y allí primero me dijeron que estaba embarazada y luego con unas pruebas me dijeron que tengo el VIH", relató a Efe Toñita, quien permanece en el albergue del Jardín del Amor, ya que sus padres no pueden garantizar la administración efectiva del tratamiento para evitar la transmisión materno-infantil del virus.
La mayoría de los infantes que ha pasado por estos albergues nació con el virus.
Trece de los niños del Jardín de Amor, que es tutelado por el Instituto Salvadoreño de Niñez y Adolescencia (ISNA) y recibe apoyo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, no superaron el tratamiento y murieron.
Aunque se estima que hay 15 millones de huérfanos a causa del Sida en todo el mundo, en Latinoamérica no se conoce exactamente la cifra de niños que ha perdido uno o ambos padres a causa de esa enfermedad.
El Salvador, donde alrededor de un 1 por ciento de la población vive con el VIH, no escapa a esta situación, aunque aún no se ha determinado el número de menores infectados. EFE
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